El sistema linfático desempeña un papel crucial en la reacción inmunológica del organismo. Los linfocitos y las células plasmáticas producen a su vez una proteína, llamada anticuerpo. De estructura molecular relacionada con la del antígeno invasor. La presencia de linfocitos bajos en el organismo puede representar una alerta frente a infecciones u otro tipo de afecciones.
Los linfocitos se forman en el tejido linfoide de la médula ósea. Constituye un complicado mecanismo defensivo que forma anticuerpos en respuesta directa a la presencia de los antígenos (sustancias extrañas, normalmente proteínicas, producidas por los organismos invasores).
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¿Qué son los linfocitos?
Son también llamados leucocitos, son un tipo de glóbulo blanco de la sangre que se produce, que forma parte del sistema defensivo. Su función principal es la de dar una respuesta inmune ante agentes extraños o contaminantes presentes en el organismo.
Los niveles altos de linfocitos en la sangre se denomina linfocitosis, mientras que, el recuento bajo de linfocitos es denominado leucopenia, que puede significar la presencia de enfermedades de tipo cancerígeno.
Generalmente, componen entre el 20 y el 40% de los glóbulos blancos que se encuentran en la sangre. En los adultos suelen estar por encima de 1.500 células por microlitro de sangre y en los niños en 3.000 células por microlitro de sangre.
¿Qué significan los linfocitos bajos?
Para conocer lo que significan, se debe determinar qué tipo de linfocito se encuentra por debajo del nivel normal. Existen tres tipos, de gran importancia para el sistema inmunológico y son: los linfocitos B, linfocitos T y las células NK (linfocitos citolíticos normales).
Un número bajo de linfocitos B reduce la cantidad de células plasmáticas que son las encargadas de producir anticuerpos. Esto a su vez, causa un aumento de las infecciones bacterianas.
En el caso de tener un número bajo de linfocitos T o de células NK, la persona tendrá problemas para controlar infecciones víricas, parasitarias y fúngicas. Existe la posibilidad de que deficiencias significativas en los linfocitos originen infecciones que pueden llegar a ser mortales.
¿Por qué disminuyen?
Las causas principales que ocasionan una disminución de los linfocitos son:
- Las infecciones víricas que afectan los glóbulos blancos como la gripe o el sarampión.
- Ciertos medicamentos como los antiepilépticos y los antipsicóticos.
- Los tratamientos de radioterapia o quimioterapia.
- Padecer de insuficiencia hepática.
- Enfermedades de la médula ósea.
- Tumores cancerosos.
- Enfermedades como el VIH, lupus, malaria o tuberculosis, que afectan el sistema inmunológico.
¿Cuáles son los síntomas relacionados con los linfocitos bajos?
La mayoría de los casos suelen ser leves. Pero a medida que la cantidad de glóbulos blancos disminuye considerablemente, la persona afectada presenta malestar general. Relacionado con una serie de síntomas, tales como:
- Aumento de tamaño de los ganglios linfáticos y bazo.
- Tos, rinorrea y fiebre.
- Ganglios linfáticos de pequeño tamaño.
- Eczema y articulaciones inflamadas.
- Decaimiento.
- Repetición de infecciones.
- Vértigo.
- Náuseas.
- Pérdida del apetito.
- Migrañas.
- Aparición de alergias.
- Cambios de humor.
- Anemia.
¿Cómo determinar los linfocitos bajos?
La leucopenia leve, por lo general, se detecta por casualidad al realizar un hemograma completo por otras causas. El hemograma completo también debe efectuarse en las personas con infecciones frecuentes y las originadas por microorganismos. Para así lograr determinar si la leucopenia es la causa de estas afecciones recurrentes o inusuales.
En caso de que los linfocitos sufran un descenso brusco, el médico especialista solicita un análisis de sangre para detectar VIH u otras infecciones. En ocasiones se suele realizar un examen de la médula ósea.
Mediante el análisis de sangre, también puede determinarse el número exacto de cada uno de los tipos de linfocitos (T, B y NK). De esta forma, se podrá lograr realizar un diagnóstico confiable de algunas enfermedades, tales como el sida o una específica inmunodeficiencia hereditaria.
Tratamiento a seguir para subir los linfocitos
El tratamiento varía según la patología y su gravedad.La leucopenia originada por la administración de ciertos medicamentos. Por lo general, se normaliza en pocos días luego de interrumpir la toma del fármaco.
- Si la patología asociada es el VIH, el tratamiento consiste en la combinación de al menos tres sustancias antivirales para aumentar el número de linfocitos T.
- En el caso de la persona afectada tenga los linfocitos B bajos, se administra gammaglobulina que es una sustancia que posee una cantidad elevada de anticuerpos.
- Para las personas que padecen una inmunodeficiencia hereditaria, puede llegar a ser de gran ayuda un trasplante de células madre.
- Para pacientes con infecciones, se debe administrar un antibiótico, antiviral, antiparasitario o antifúngico determinado para eliminar el agente infeccioso.
- Con la finalidad de estimular el funcionamiento de la médula ósea y generar células sanguíneas, se suele administrar esteroides y suplementos vitamínicos como la vitamina B.
Además del tratamiento médico, existen una serie de alimentos que se recomienda agregar a la dieta del paciente para lograr subir los niveles de glóbulos blancos en la sangre. Algunos de ellos son los siguientes:
- Las espinacas: que contienen una combinación de ácido fólico y vitamina C.
- El té negro: diversos estudios realizados comprueban que tomar cinco tazas al día aumenta la producción de linfocitos.
- El pimiento rojo: posee una gran cantidad de vitamina C y de betacaroteno.
- El yogur: ayuda a aumentar los glóbulos blancos por su alto contenido en vitamina A.
- Las ostras: con un alto porcentaje de zinc.
- Los hongos: contiene selenio y betaglucanos en su composición que contribuye a la función antioxidante del sistema inmunológico.
- Otros alimentos recomendados son: los cacahuates, el hígado, las almendras, las carnes rojas y las semillas de girasol.
Prevención
Para prevenir la disminución de los linfocitos de manera brusca, se recomienda estimular el metabolismo con actividades como:
- Mantener una dieta saludable abundante en frutas y verduras.
- Tomar agua con frecuencia durante el día.
- Realizar una actividad física frecuente.
- Descansar al menos siete horas diarias.
- Cuidar la higiene personal, en especial las áreas mucosas.
- Evitar lesiones y riesgo de infecciones.