Linfocitos: tipos, funciones y enfermedades relacionadas

Linfocitos

Los linfocitos son un tipo de leucocito, encargados de producir anticuerpos, así como de destruir células que el organismo rechaza. Esto sucede cuando las células en cuestión son anormales referente a su naturaleza.

La localización de estos leucocitos se divide entre la linfa, órganos linfoides y la sangre. En términos porcentuales representan al menos el 30% de la sangre periférica. Además, en cuanto a su aspecto, su núcleo esférico se tiñe de violeta y azul.

Asimismo, se pueden diferenciar en tres tipos diferentes de células reactivas. Cada tipo tiene características distintas, dada su ubicación y participación en el sistema inmunológico.

Linfocitos B

Son un tipo de glóbulo blanco derivado del subtipo de linfocitos. Su principal función radica en la secreción de anticuerpos en el sistema inmunitario adaptativo.

Linfocito observado desde un microscopio electrónico de barrido. Imagen de Wikipedia

El sistema inmunitario se encarga, mediante células y procesos sistémicos, de la eliminación de patógenos o sus amenazas. Sin embargo, el tipo B también presentan antígenos, ya que este sistema actúa en la generación de la memoria inmunitaria. Por lo que igualmente, se genera la tolerancia de los mismos antígenos.

La maduración de estos, se presenta en dos etapas. La primera, sin la presencia de antígenos y es un hecho que ocurre en la médula ósea. Luego, la segunda etapa ocurre ante la exposición de antígenos en órganos linfáticos, como por ejemplo: el bazo. De esta manera, las células se convierten en secretoras y productoras de anticuerpos.

En tal sentido, se produce la respuesta humoral, que es un mecanismo de defensa contra microorganismos extracelulares. Aunado a ello, el tipo B tiene la propiedad de producir anticuerpos para un solo antígeno. En otras circunstancias, interactúan con los del tipo T provocando cambios en el isotipo de inmunoglobulina secretado. Algunos tipos de células B son: Célula plasmática, célula linfoplasmocitoide y célula B de memoria.

Linfocitos T

Son responsables de destruir células infectadas, mediante la inmunidad celular. También activan linfocitos B, otros linfocitos T y células del sistema inmunológico presentes en el tejido.

Por otro lado, se evidencia la presencia de un receptor especial localizado en la superficie de la membrana del linfocito. En este sentido, los tipos T detectan los antígenos que se encuentran asociados a las moléculas propias del complejo mayor de histocompatibilidad. La codificación de moléculas participa en la presentación de antígenos a este tipo. En consecuencia, se genera la respuesta inmunitaria ante la activación de procesos críticos, como la presencia de células tumorales.

A su vez, los del tipo T solo pueden detectar los microorganismos asociados a las células. Su respuesta inmune se desencadena ante los microorganismos intracelulares. En otras palabras, aquellos antígenos cuyo origen es proteico.

Es significativo señalar algunos de la categoría T, como son: linfocitos T citotóxicos y T cooperadores. Por un lado, los citotóxicos básicamente reconocen las células infectadas o que han sufrido una transformación y las destruyen. En su caso, los cooperadores se involucran con la activación y dirección de otras células inmunitarias. Son esenciales en la generación de la respuesta inmune adaptativa.

Linfocitos NK

Los NK, llamados así por su nombre Natural Killer, cumplen un rol parecido al de los T citotóxicos. Se conocen también como célula asesina, puesto que elimina inmediatamente las células infectadas así como las cancerosas.

Como principal diferencia, los NK no necesitan la respuesta inmune para su activación. Es decir, para estos no es necesario que los anticuerpos identifiquen las células infectadas por el antígeno.

Las células NK se localizan en el bazo y circulando en la sangre. Opuesto a los T, no expresa un receptor de membrana especial. Así como tampoco cuenta con los marcadores de superficie de los B y T.

Para que los NK se activen son esenciales las proteínas señalizadoras. Estas son producidas por las células anfitrionas cuando se encuentran en presencia de células tumorales, virus y bacterias. Además, estos tienen receptores para la región Fc de la inmunoglobulina G, que es uno de los principales anticuerpos humorales.

Respecto a su anatomía, los NK presentan lisosomas secretores, lo que quiere decir que cuentan con características dobles. Como resultado se produce la función que se especializa en actividades destructivas y su función secretora involucrada.

Funciones varias, según cada tipo

A lo largo de este artículo se han expuesto algunas de las funciones que ocupan. Pero en esta sección se enuncian tales roles, de forma un poco más específica. Por tanto, las funciones de este tipo de leucocitos son:

  • Reconocimiento de moléculas ajenas al organismo, provenientes de agentes externos y generación de anticuerpos neutralizadores. Función correspondiente al tipo B.
  • También son un componente de inmunidad humoral.
  • En el caso de los T, son mediadores de la respuesta inmune pero de tipo celular. Simplificado, actúan ante los microorganismos intracelulares.
  • Los NK tienen varias funciones según su tipología. Pero para generalizar, algunos suprimen células infectadas, otros son vitales para el apoyo de las funciones de otros linfocitos. También existen aquellos que dan una respuesta rápida a exposiciones a antígenos que puedan surgir en el futuro.

En ese mismo orden, los T reguladores eliminan la respuesta del sistema inmunitario cuando no cumple su función identificadora.

Por su parte, los NK logran diferenciar las células infectadas. Bien sea por un virus o se trate de células tumorales transformadas que se conviertan en malignas.

Algunas enfermedades asociadas

Existe un importante número de enfermedades relacionadas con los linfocitos. En estas líneas se mencionan algunas.

  • Esclerosis múltiple: uno de los fenómenos que la produce es el ataque del sistema inmunitario a la vaina de la mielina. Y es que esta estructura multilaminar aumenta la velocidad de conducción del impulso nervioso.
  • Artritis reumatoide: debido a la presencia exagerada de autoanticuerpos, estos logran causar daños en las propias células, órganos y tejidos. Este hecho también es aplicable al lupus eritematoso sistémico.
  • Leucemia linfática crónica: los linfocitos maduros no pueden cumplir sus funciones, es por ello que su vida se prolonga más de lo usual. Como resultado, su número aumenta considerablemente y el sistema inmunitario se debilita en gran manera.

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